El método narrativo en la didáctica de la Filosofía
«Urdir historias, contarlas, escucharlas, no es un lujo cultural reservado a unos cuantos expertos, sino una herramienta cognitiva fundamental para nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos». (Antonio Muñoz Molina)
El recurso a la narración para la enseñanza de la filosofía es algo que se deja ver cada vez más en las jornadas y congresos relacionados con la didáctica de esta disciplina. Una mirada atenta a la cuestión nos desvela que, en realidad, no es más que la vuelta a los orígenes —al menos cronológicos— del quehacer filosófico.
Los primeros «filósofos» utilizaron la narración para exponer mediante mitos el origen del mundo, de los dioses, los hombres y las cosas. Aunque hoy en día tengamos un concepto muy sesgado del mito, es el propio Aristóteles el que distingue en su Poética dos sentidos del mythos: fábula y trama. Este último sentido es el que nos interesa, ya que —prosigue Aristóteles— la trama no es una estructura estática, más bien es un proceso, una operación dinámica que solo se hace plena en el lector. La trama narrada no es ajena al que la lee, sino que su sentido se hace presente cuando se encuentran obra y lector, texto y vida, relato y acción. Hay, por tanto, tantos sentidos del mythos como lectores, o mejor dicho, como vidas vividas.
La forma de articular e integrar acontecimientos, personajes, encuentros y acciones en una obra es lo que convierten una historia en una narración singular, única e irrepetible. El filósofo y antropólogo francés P. Ricoeur habla de la vida como un relato en busca de narrador. El ser humano tiene una estructura narrativa, hasta el punto de que una vida que no puede ser narrada es una vida sin sentido. Sin sentido ni interpretación, la vida se convierte en un mero acontecimiento biológico. Es la narración vital lo que análogamente convierte cada vida en singular, única e irrepetible.
El método narrativo aspira a convertir las clases de filosofía en un ágora —laboratorio— en el que el alumnado se encuentra con los grandes relatos, tragedias, dramas, comedias y epopeyas de la historia del pensamiento, desde la antigüedad hasta nuestros días. Este encuentro —insisto en la categoría encuentro— le ayuda a tejer el relato de su propia vida. El análisis semántico de una narración y su hermenéutica dejan paso al diálogo, al contraste, la interpelación y al desafío. La narración estimula el proceso de enseñanza-aprendizaje mediante la actividad y la significación en el horizonte del relato y la vida de cada alumno. Se busca menos transmitir contenidos y más aprender a filosofar; menos tratar tales contenidos como fines en sí mismos y más utilizarlos como herramientas para desarrollar procesos cognitivos prácticos.
Juan Antonio Leyva
Profesor de Filosofía