La Palabra
Con los años, una de las pocas cosas que he experimentado profundamente y que se me ha enquistado en los tuétanos y permanece en las honduras de mi alma es que la palabra es, en verdad, poderosa y viva y mudable y penetrante y paradójica y desbordante. La palabra poética, la inspirada, la intuitiva, la iluminada, la creativa. De ahí, creo, nacen mi amor a la poesía y mi deseo de compartir con los demás un pedacito de esa luz, de esa magia que surge cuando lo que uno lee se multiplica y crece hasta el infinito y lo dicho se convierte en una ínfima parte de lo que se siente hasta el punto en que la palabra misma desaparece, se disuelve y, entonces, solo queda la esencia, esa realidad que nos habita, a veces, ajena incluso a nosotros mismos que, dispersos y ajetreados, no dejamos ni tiempo ni espacio para que salga a flote.
Por eso, defiendo mi papel de mensajera, de mediadora, de misionera. Por eso, me apasiona mi trabajo, porque me mueve el deseo de que su poder alcance, cautive y transforme en la mejor versión de ellos mismos a cada uno de mis alumnos. Ese es mi deseo.
Gracia Gallegos Fernández